Se trata de un representante más de la alta cocina japonesa de la que disponemos en Madrid, en este caso ofreciendo platos de fusión mediterránea bastante atrevidos.
Al igual que Mario Payán (de Kappo), Juan Alcaide y Pablo Álvaro, los chefs de Umiko, también estuvieron en la barra de sushi del Kabuki de Ricardo Sanz, donde aprendieron y se inspiraron para montar este original restaurante.
Ubicado junto al Círculo de Bellas Artes, se trata de un pequeño local con música y ambiente moderno, graffitis en las paredes y una carta con sorpresas.
Iniciamos la comida con unas cortezas hechas de piel de bacalao y rodaballo (comienzo curioso), continuamos con unas “Ostras” -una con ají y la otra con puré de manzana- magníficas (producto de calidad y combinaciones acertadas) y dimos paso al menú con lo que consideramos el plato estrella: “Bolognesa de atún” -un tartar impresionante, presentado sobre unos noodles que recuerdan visualmente al típico plato de pasta italiano-.
Seguimos con los nigiris (arroz quizá demasiado al dente): “Bilbaína” y “Vieira con espuma de chirivía” (ricos), “Anguila” (sabor delicioso) y “Sepia” y “Salmorejo” (no nos convencieron). Posteriormente, un clásico “Temaki de salmón” (purista pero con el alga crujiente: muy bueno).
Para finalizar, una “Tempura de setas” (muy fina, sabor espléndido) y el “Galete de atún”. Postres divertidos (bollicao, pantera rosa…).
Buen servicio aunque bastante lento, sobre todo al iniciar la comida. Y buena carta de vinos, con opción por copas de algunas rarezas (extraordinarios los Rieslings).
En suma, japonés original y moderno, aunque algunas mezclas no acabamos de verlas equilibradas. Promesa de futuro, sin duda, con potencial de crecimiento.
