Casa de comidas dirigida en la actualidad por Victor Membibre, quien a sus tan solo 23 años cuenta con un bagaje importante -ha pasado por Zuberoa de Hilario Arbelaitz en Oyarzun, Etxebarri de Bittor Arginzoniz en Axpe (Vizcaya) y L’Atelier de Joël Robuchon en París-.

El local, originario de sus abuelos, cuenta con una pequeña zona informal a la entrada, con mesas altas, y un salón al fondo (demasiado ruidoso y abigarrado para nuestro gusto) en donde se ubica el restaurante.

La carta destaca por sus platos de cocina de mercado entre los que probamos el “Chili crab de centollo, aguacate y huevas de salmón”, algo caro (28 €) para un entrante que no acaba de convencer al ser más tosco de lo esperado; la “Merluza al vapor con mahonesa” (blanquísima, tierna y con punto de cocción perfecto) y la “Paletilla de Cordero lechal asada” (de excelente sabor y ternura). Cuenta también con un menú degustación en el que el chef demuestra su potencial.

Buen producto sin duda y chef muy prometedor. Sin embargo, y teniendo en cuenta los precios elevados de la carta, la sala y el servicio no estuvieron a la altura (por ejemplo al sacar los segundos con tiempo de diferencia, entre otros detalles).