Aprovechando que Rodrigo de la Calle acaba de anunciar su cambio de ubicación a un nuevo local en la calle Ponzano, os contamos cómo fue nuestra experiencia en la antigua localización de El Invernadero.

La historia de este chef que cuenta con una Estrella Michelín y ha trabajado junto con Berasategui, Dacosta y Aduriz, entre otros, está ligada desde los inicios a la “Gastrobotánica” y la cocina de vegetales. Empezó a desarrollarla en el pequeño restaurante que tenía en Aranjuez y llegó a su cúlmen en el maravilloso hotel con encanto Box Art La Torre (Collado Mediano) donde ha impulsado su cocina verde (¡y azul!) en un cubo de cristal de 4 mesas y en donde ha funcionado únicamente con degustación.

Su menú, basado en 30 elaboraciones de diferentes vegetales (aunque utiliza proteína animal para las salsas), puede parecer simple o poco atractivo de primeras. Sin embargo, se convierte en una maravilla de colores, sabores e ideas únicas cuando llega a la mesa. Además, el menú puede alargarse con un plato de carne y otro de queso, en caso de que el comensal quiera seguir disfrutando de la experiencia. En cuanto al maridaje, dan la opción de probar distintos zumos y fermentados hechos por ellos o el clásico vino.

Al entrar, te ofrecen unos pequeños snacks en la barra mientras te muestran el sugerente menú con nombres como “Mano de buda – Rúcula”, “Lentejas – Canela”, “Remolacha – Aguacate”, “Ajo negro – Vainilla” o “Coliflor – Trufa”. Posteriormente, los cocineros que a la vez ejercen de camareros te acompañan a una de las mesas, cada una con el nombre de un botánico, y puedes ver cómo parte de los ingredientes los recogen de un pequeño huerto situado justo al lado del restaurante.

Entorno único, concepto inmensamente original y propuesta arriesgada pero por todo ello atractiva, que deseamos volver a probar en primavera cuando abra el nuevo local.
