Tasca de barrio en la que prima el producto, la cercanía y una cocina hecha con cariño e ilusión.
A pesar de ser un pequeño local ubicado en una zona poco transitada, a base de trabajo y constancia han conseguido hacerse un hueco entre la agresiva oferta culinaria madrileña, llenando las mesas a diario y posicionándose en el número 100 de TripAdvisor (con casi 10.000 restaurantes en Madrid).
¿Cómo? Ofreciendo una cocina sencilla pero con personalidad, proveyéndose de buen producto (traído directamente desde su origen, sin intermediarios) y sirviéndolo con cariño, eficacia y cercanía.
Comenzamos con un aperitivo de “Jamón de cordero” (curiosa variante que realizan en Granada) y unas “Croquetas” (de jamón, buey y chipirones en su tinta, muy rica esta última). Continuamos con un fuera de carta que nos pareció magnífico: unos “Espárragos verdes a la brasa con salsa Mery” (traídos directamente de la huerta en Huéscar, producto excelso sazonado con delicadeza).
Como principales elegimos una “Ventresca de atún” (una pena que la trinchasen de cara al emplatado, ya que en boca acababa estando fría) y un “Risotto de boletus con jugo de cordero y parmesano” (muy buen sabor y ejecución, más aún en un plato complicado como es el risotto).
De postre, una sorpresa: “Trampantojo de tomate” (visualmente sorprendente. Buena forma de reinventar un clásico sin arriesgar en sabores).
En suma, un local que sorprende, donde la decoración no convence pero respira verdad, ganas de hacerlo bien y buenos resultados a juzgar por la ocupación del restaurante y por los ricos sabores de algunos platos.