Restaurante de cocina de autor del chef Iván Muñoz que englobamos en la corriente de “reinterpretación de cocina manchega”, al igual que El Bohío, El Carmen de Montesión o El Doncel (todos ellos con una Estrella Michelín), pero que en este caso calificamos por encima por su originalidad, el servicio de sala y, en conjunto, por unos sabores más equilibrados.
En nuestra visita probamos un menú degustación (por 90€ sin vino y por 130€ con maridaje) en el que, como ellos mismos explican: “se realiza un viaje por las vegas de los ríos Tajo, Tajuña y Jarama (…), partiendo de nuestras raíces y concluyendo con nuevos sabores del terruño con influencias manchegas y de otros lugares del mundo”.
Iniciamos el menú con buenos aperitivos (sorpresa con la “Tortilla a la magra 1968” en la que te muestran una invitación de boda en la que los antepasados del restaurante ya daban comidas), continuamos con un “Socarrat de vieira y alioli” (no acabamos de entender su ubicación en el menú), un “Morteruelo marino con berenjena de Almagro” (rico y fino), una “Merluza en pil pil de sus espinas y con su cococha” (excelente) y una “Liebre en chocolate, aguacate y maíz”.
Postres originales basados en productos clásicos (“Fresas con nata” o “Chinchoncito”). Y vinos seleccionados (con rarezas interesantes) por el maitre / sumiller (y hermano del chef) Raúl Muñoz.
En suma, buena propuesta: creativa y con potencial, aunque con un precio algo elevado. Una pena que la ubicación alejada de Madrid, así como la decoración de la sala les pueda condicionar negativamente.
