En la calle Reina, junto a la ajetreada Gran Vía, nos encontramos con esta sorpresa gastronómica: Angelita Madrid.
En su web anuncian lo que ellos consideran la “Experiencia Angelita”: vino, cóctel y gastronomía. ¡Y cuánta razón tienen!
Al entrar encontramos su “Bar de vinos”, al estilo de los “bar à vins” de la zona de Burdeos, en el que cuentan con más de 500 referencias de botellas y hasta 50 opciones por copa y media copa (gran idea para poder probar distintas variedades).

Para comer tienen una carta corta pero atractiva, con algunos platos fuera de carta aún más frescos de que los que ya ofrecen de manera habitual. Productos de temporada con ciertos toques creativos, todo tratado con mucho mimo y precisión.
Empezamos con un aperitivo de “Brandada de bacalao” y un trozo de tomate delicioso.
Continuamos con unos “Pimientos asados en casa con sardina ahumada” (muy buen sabor y curioso el detalle de que los ase la madre de los dueños) y unas “Cebolletas a la brasa, migas y romescu de remolacha” (quizá el plato que menos nos sorprendió).

Como principales: un “Tataki de salmón caramelizado a la llama con marinada vietnamita” (rico aunque creemos que si el salmón estuviese algo más crudo mejoraría) y una “Pluma ibérica Castro y Glez con boniato y berenjena a la llama” (impresionante: el mejor plato sin duda, con un sabor al horno japonés kamado, al carbón de encina y a la madera de manzano –macerada con jerez- para repetir hasta el infinito).
Y cerramos la cena con una “Tarta de manzana” deconstruida fabulosa: estéticamente bonita y con muy buen sabor en las distintas texturas.
Servicio cercano, muy conocedor de los platos y los vinos, e implicado en conseguir que el comensal disfrute de la experiencia gastronómica (gran detalle el de sacarnos las maderas usadas al interesarnos por ellas, así como de dejar siempre las botellas de vino mientras los probábamos para poder curiosear sobre las bodegas).

En suma, sitio muy agradable con las mejores calidades/precio de la zona, y donde resulta muy interesante la opción de pedir medias raciones y medias copas para poder hacer un mini-menú con maridaje al gusto, a precios moderados.
Por último, y súper recomendable, acabar la velada (o empezarla) en su magnífico Cocktail Bar situado en la planta baja, donde desarrollan una coctelería rompedora, visualmente muy atractiva y con algunos destilados de mucha categoría.
