Restaurante que encaja en el concepto en auge ya comentado de las “gastrotabernas” (entendidas como la vuelta de la tasca tradicional reformulada con un toque moderno).
De los mismos dueños que “La Vaquería Montañesa” y “Celso y Manolo”, se trata de una antigua taberna (la segunda más antigua de Madrid que abrió en 1854) restaurada, pero con toda su esencia clásica.
La comida que probamos fue correcta (destacamos el guiso fuera de carta: “Alubias con alcachofas”), pero ningún plato nos sorprendió especialmente.
Lo mejor del local, sin duda alguna, es la decoración y el ambiente recreado de vieja taberna.
En nuestra opinión, precios excesivamente elevados para unas elaboraciones tradicionales a las que, quizás, les haga falta la chispa que sí que tienen sus hermanos Celso y La Vaquería.